sábado, 16 de abril de 2011

Pequeña, Una gata Siamesa.

Eran principios de los años 90, yo tenía 10 años cuando mi mamá me regaló esa gatita, recuerdo bien que cuando llegó a nuestra casa, lo primero que hizo fue ir a tomar leche tibia a la que le habíamos agregado pedacitos de pan, inmediatamente después le pusimos el nombre “Pequeña”

Pequeña era una gata muy inteligente, y reconocía perfectamente su nombre, por lo que cuando se la llamaba ella acudía de inmediato, cuando estábamos cerca del refrigerador y gritábamos su nombre, ella venía e inmediatamente saltaba a nuestros brazos para que le demos un trozo de carne molida, que traíamos especialmente para ella. Con el tiempo ella fue entendiendo como se abrían las puertas dentro de nuestra casa (pues casi todas tenían picaporte), entonces aprendió a abrirlas, saltando y accionando el picaporte con su peso, para luego balancearse y de esta forma abrir la puerta para pasarla, fue por esta razón que en algunas puertas tuve que quitar el dispositivo, para evitar que por las noches Pequeña salga a pasear por la casa, despertándonos por sus movimientos, y algunos de ellos se perdieron por lo que hasta el día de hoy, la casa (en la que ahora viven mis papás) tiene puertas sin un picaporte...

Esa gata llegó quedar preñada solamente dos veces, la primera ves, sólo tuvo una cría, y lamentablemente esta murió (al parecer por que Pequeña no producía leche para amamantarla), la segunda vez, tuvo cuatro crías, y esta vez consultamos con el médico de nuestra familia (si, nuestro médico la atendía algunas veces), y el nos recetó unas pastillas que se usan para estimular la producción de leche, las que por el peso de la gata, teníamos que partir en 8, y en esta ocasión, ella produjo suficiente leche felina para alimentar a sus 4 crías, de la que sobrevivieron 3 y fueron a dar a casas muy cariñosas en las que se las quiso mucho.


Era una gatita muy cariñosa, a la que le gustaba dormir a mi lado, por el frío normal de la ciudad en la que aún vivo (La Paz-Bolivia) buscaba siempre lugares calientes, como la parte superior del televisor encendido, o algún rincón al que le llegue el sol. En los fríos inviernos, para poder dormir un poco más incluso llegaba a evitar que me despierte colocando su peso sobre mi… llegué a faltar a algunas clases en la Universidad por ello jeje, pero bueno, al menos la gatita aprovechaba mi calor…

Finalmente, ya habíamos pasado a un nuevo siglo, realmente a un nuevo milenio, Pequeña tenía algo más de 11 años, cuando repentinamente cayo enferma, una enfermedad de las vías respiratorias, lamentablemente la veterinaria que la atendió, solamente empeoró el cuadro pues le puso un suero frió, y lamentablemente su cuerpecito no aguantó, ya que poco tiempo después estaba peor y falleció… Fue un día muy triste, pues todos en mi casa queríamos mucho a esa gatita, y fuimos todos en nuestro vehiculo a un lugar remoto, a enterrarla y a despedirnos de ella.

Hasta el día de hoy, siempre que recuerdo a Pequeña, vuelven a mi recuerdos muy felices.

1 comentario:

  1. que triste que al medico en el que confias no tenga la nobleza y preparacion para atender adecuadamente a nuestras queridas mascotas que mas que eso son parte importante de nuestra familia, yo tuve un gatito negro llamado cucho (ahora tengo uno llamado benito y otro espanto )y el medico que lo reviso cuando lo lleve porque se puso mal de repente, no lo diagnostico bien y cuando lo lleve con otro medico porque no mejoraba falleció y es momento que todavía me duele mucho de esto hace ya 5 años

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